El vino está ligado a la cultura griega desde siempre, pero los caldos griegos son muy poco conocidos fuera de sus fronteras. Calidad no les falta, y esto lo sabía muy bien George Spiliadis cuando fundó Cava Spiliadis, con la misión de presentar lo mejor de los vinos helénicos al mercado norteamericano
George es el hijo de Costas Spiliadis, el hombre que cambió la imagen de la gastronomía griega en Norteamérica. Antes de su famoso restaurante Milos en Montreal, solo se conocía la cocina griega rústica y básica. Con Milos (Montreal, New York, Atenas, Las Vegas, Miami Beach y próximamente Londres) Costas colocó en otro nivel a la gastronomía de su país y se convirtió en el mejor embajador de su cultura. Pero todavía faltaban los vinos, muy pocos sabían de la existencia de los caldos de calidad en tierras helenas. Es por eso que su hijo decide completar lo que se convirtió en una misión familiar, mostrar al mundo lo mejor que tiene Grecia. El padre con la gastronomía y el hijo con los vinos.
Para presentar su portafolio, George Spiliadis invitó a un selecto grupo a compartir un festín griego en Milos South Beach. La noche no pudo empezar mejor que con unas fresquísimas ostras acompañadas del espumante Ktima Tselepos Amalia Brut. Estupenda combinación. Luego pasamos a la larga mesa en donde compartiríamos la comida al estilo griego, como en familia. Aquí hago una acotación muy importante, no hay mejor manera de conocer unos vinos que en su ambiente natural, obviamente los vinos griegos se maridan de manera excepcional con su comida. Para esto fueron creados, estos son los sabores que conocen y complementan, son el uno para el otro. Pero esto no quiere decir que no se pueden mezclar distintos vinos con diferentes comidas, obviamente que sí. Pero para conocer un portafolio es muy inteligente mostrarlo en su ambiente natural. Así nos aproximamos a los caldos en su mejor expresión y luego nos podemos aventurar a los experimentos.
Los griegos son mediterráneos, para ellos la abundancia y generosidad son indispensables en toda comida. Son excelentes anfitriones y sentarse en una mesa para ellos es mucho más que comer y beber, es parte de su cultura. Como creemos en lo mismo, no nos costó nada sentarnos a compartir su comida y conocer los vinos griegos.
Existen varietales autóctonas griegas, tintos como Agiorghitiko, Xinomavro y Mavrodaphne, pero son mas conocidos sus varietales blancas, Assyrtiko, Malagousia, Moschofilero y Roditis. No en vano mas del 70% de la producción de vinos griegos son blancos. Pero no todos los vinos producidos en Grecia son de varietales autóctonos, muchos se producen de varietales internacionales cultivados en tierras helenas, como el Chardonay, el Sauvignon Blanc, el Merlot y el Syrah.
Nuestro festín comenzó con los tartar de salmón y atún, el ceviche griego y las tenazas de cangrejo. Acompañados de un Gerovassiliou Malagousia 2013, un vino aromático y fresco con ricos sabores de limón, piña y pera. El varietal autóctono Malagousia estuvo a punto de extinguirse y fue gracias a Vangelis Gerovassiliou que hoy lo podemos disfrutar.
Acto seguido nuestras copas se llenan de un Ktima Biblia Chora blanco 2013, una mezcla de Assyrtiko y Sauvignon Blanc. Un vino balanceado, limpio, que combinó de maravilla con el pulpo, los calamares, los pasteles de cangrejo y la ensalada griega.
A estas alturas ya todos casi hablábamos griego, una amena conversación se apoderó de la mesa gracias al embrujo de los vinos.
Nuestra bacanal continuó con el plato emblema de Milos, el Lavraki (róbalo) cocinado en sal, servido con vegetales. La pieza de resistencia de la casa la acompañamos con un Domaine Katsaros Chardonnay 2013. Un vino de cuerpo medio con un final largo, con una acidez adecuada para acompañar pescados cocinados y a la parrilla.
Ya comentamos que la mayoría de los vinos griegos son blancos, pero también producen muy buenos tintos. Para no limitar el portafolio, llegaron el Ktima Gerovassiliou Avaton 2008 y el Ktima Biblia Chora Biblinos Oenos 2009 acompañados de costillas de cordero con tomillo y romero. Más mediterráneo imposible. El Avaton es una mezcla de varietales autóctonas, Limnio, Mavroudi y Mavrotragano. Un vino complejo con sabores a pasas, frutas rojas y excelente para guardar y añejar. El Biblinos Oenos es un vino muy especial, se producen solo 2.500 botellas al año y es 100% de una cepa autóctona sin nombre. Un color violeta oscuro, con granada en la nariz y chocolate en el paladar. Elegante y misterioso.
Ahora sí ya no podíamos comer nada más, pero el viejo adagio de que el postre tiene un espacio aparte en nuestro estómago se hizo realidad. Quesos griegos, frutas y el famosísimo yogurt de la casa con miel natural ocuparon la mesa. Y para terminar con broche de oro, un Parparoussis Muscat de Rio Patras 2008.
Encantados con la atención y generosidad de los Spiliadis, disfrutamos nuestra primera aproximación a los vinos griegos y estamos seguros que no será la última.
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