Joanna Hausmann: La comedia como arma para cambiar al mundo

25 mayo, 2016
Por: Ramón Barreto / Fotografías: Osvaldo Pontón - Daniela Ordoñez

La comediante Joanna Hausmann, miembro de Flama (el canal digital de Univision para millennials) ha creado una nueva forma de hacer humor. Una muy inteligente. Sus videos, con más de 8 millones de views, son contenidos virales dirigidos a una nueva generación de latinos en Estados Unidos, aunque es cierto que el resto del mundo quiere saber y reírse sobre las diferencias que unen a más de 25 países.

Nueva York como telón de fondo y una conexión por Internet que amenaza con convertir este encuentro en otro sketch de humor sobre lo impredecibles que son las comunicaciones digitales. Si alguien sabe cómo sacar partido a las circunstancias más insólitas es ella. Por algo se ha convertido en la reina del humor en YouTube.

Al hablar con Joanna es imposible dejar de reír y no sorprenderse por su acento caraqueño que se mantiene intacto. También es obligatorio poner esa misma cara de sorpresa ante lo obvio, una cualidad que obliga a miles a reproducir su trabajo para Flama, el canal digital de Univisión dedicado a nuevas generaciones de hispanos en Estados Unidos.

Los ocho millones de visitas que la catapultaron al tope de la comedia latina no son producto de la improvisación. Detrás de cada clip hay horas de trabajo, referencias culturales, sellos en su pasaporte, acentos y un melting pot delicioso en el que su herencia venezolana es el ingrediente principal. Joanna Haussman, nacida en Inglaterra, es una verdadera ciudadana del mundo.

Cuando no está escribiendo guiones para nuevos videos, presentándose en bares de stand-up en la ciudad y poniendo en práctica todo lo que aprendió en la Tufts University o en los salones de la NYU’s Tisch School of the Arts, hace lo que más le gusta hacer: escuchar a la gente, encontrar diferencias y similitudes, para finalmente trazar puentes en un mundo aparentemente divido. Royal Leamington Spa, Chicago, Los Ángeles, San Francisco, Caracas… todas son ciudades, todas son oportunidades.

 

I. SHE’S GOT SH*T TO SAY

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Aceptemos la realidad de una vez por todas: “Sábado Gigante” ya no existe, no todas las comediantes latinas se parecen a Charo y por favor entiendan que para una latina judía de piel blanca es complicado llenar la bendita casilla de «etnia» al llenar formularios del gobierno.

 

¿Quién eres realmente?

Sí, es verdad que soy comediante, en primer lugar, y no sólo frente a la pantalla. En mi relación con los demás siempre estoy buscando hacer reír, pero también me considero una persona multicultural.

Aunque estoy ligada a mi identidad venezolana, y a la herencia de mi familia, la vida me ha puesto en varios lugares y he tenido que llamar casa a muchos países, a muchas universidades y muchas cosas.

Me gusta pensar que soy una persona multicultural, tolerante y abierta a una infinidad de experiencias. Por eso es que amo a Nueva York.

 

¿Qué encuentras en Nueva York que no has encontrado en todo tu periplo por el mundo?

Lo que me encanta es que, sin importar el background, aquí todo el mundo toma el metro, hay una cierta igualdad, una tolerancia con la que me identifico. Me encanta la política, leer, investigar sobre el mundo, me encanta comer… Así que aquí está todo.

 

Hay un gran trabajo de investigación detrás de un video de dos minutos. ¿Cómo es tu proceso de preproducción? ¿Qué tanto es humor y qué tanto es información?

Creo que toda la comedia que está en mis videos surge a partir de la observación y esa observación surge gracias a los diferentes contextos en los que he vivido.

Lo que es especial en una cultura no lo es en la otra, y viceversa. Existir en un mundo en que personas tan distintas deben interactuar a diario me hace reconocer que todos somos increíblemente diversos. Tantos amigos y tantas influencias me han hecho darme cuenta de que a veces la cultura venezolana puede ser muy rara.

La manera en que cantamos «cumpleaños» me parece una vaina absurda. Viviendo en Venezuela jamás lo vi así, fue hasta que me tocó cantarlo en un cumpleaños con la familia de mi novio y sus padres terminaron traumatizados por lo largo que era todo (risas). Saqué mi celular y escribí: «Note to self: La canción de cumpleaños de nosotros es burda de larga». Desde entonces juego a ese contraste en las cosas con las que me identifico y que encuentro muy diferentes con la cultura de otros.


No sólo en los latinos…

Exacto. Hace poco hice un video sobre las cosas absurdas que sólo pasan en Estados Unidos. Por ejemplo, mis amigos aquí no se habían dado cuenta de la cantidad de cosas que te llegan por e-mail. Cupones, ofertas, memos, newletters… Es absurdo.

 

¿Y cuál es el límite entre el humor y lo políticamente correcto, especialmente en Estados Unidos?

Hay diferentes formas de abordar lo «políticamente correcto». Siempre tengo dos puntos en la cabeza antes de hacer comedia. Número uno: evitar lo políticamente incorrecto pero, me refiero a lo que te da lugar a un chiste fácil que ya todos hemos escuchado mil veces, esas bromas que degradan a los demás, que no representan lo que yo soy. Esto no me interesa. Ese humor abunda en Latinoamérica y me siento bien de que esté cambiando.

Lo segundo: me gusta hacer humor que aporte cosas nuevas, que sea producto de la observación. Claro está que hay cosas no muy correctas que yo puedo decir, pero que se valen al entender cuál es mi trasfondo y de dónde vengo.

 

Algún chiste en especial…

(Risas) Quiero aclarar que no tengo nada en contra de los chilenos, simplemente me parecen muy raros. Pero los saco como algo diferente, algo que muchos latinos no hemos visto. No lo hago de una manera destructiva. El humor al final tiene que ser un poco incorrecto, si no, no llega a ningún lado.

II. GOODBYE STRANGER, IT’S BEEN NICE

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 ¿Y cómo alimentas esa fuente de ideas? ¿Cómo eres fuera de la cámara?

Me la paso escuchando música y descubriendo gente nueva en Spotify. Me gusta la música alternativa, pero los «oldies» son perfectos para mí, tipo Super Tramp y su “Goodbye Stanger”. Soy medio obsesiva, ahorita tengo una canción de Beirut (“No, no, no”) y es todo un tema, porque si me siento inspirada con esa canción tengo que escucharla como mil veces, porque me hace más fácil la redacción del script. La música me ayuda a contrarrestar mi desorden de atención.

 

¿Cómo caminas por la calle?

Escuchando música y podcasts. Me encantan los que hablan sobre resolver misterios humanos, aprender del mundo, resolver crímenes. Hay uno llamado “Invisibilia” de enfermedades raras, es que me encanta escuchar cosas nuevas. Es un arte que disfruto, porque no pienso en cómo lo hubiera hecho yo. Frente a una pantalla no es así, pues siempre veo las actuaciones, en cómo mejorar un momento, pienso en los diálogos, cuestiono los planos, me doy cuenta de los errores de corte.

La música me relaja. Cuando estoy bloqueada me pongo mis audífonos y salgo a caminar.

 

¿Y qué no has hecho aún?

A ver… A mí me encanta el teatro, es sumamente efímero, lo que pasa en un auditorio en un momento determinado, nunca va a volver a ser igual. Me fascina la producción, me encanta tener un equipo. En la producción puedes tomar el talento de tanta gente (fotógrafos, editor, sonidistas) y te das cuenta de que lo que puede ser un «Vine» de siete segundos, puede ser transformado en un gran sketch. Sin embargo, al final del día sueño con la televisión. Incluso si hago comedia soy muy meticulosa con la edición, con la calidad, que todo sea vea bonito, que el uso de la cámara sea interesante. Siempre quiero que, incluso cuando sea algo digital, tenga referencias del cine.

 

¿Tu partner in crime, Chris, tiene mucho que ver con eso?

Sí, juntos podemos crear complejidad visual. Siempre comienzo diciéndole algo como: «Mira, quiero una vaina así… tipo película de terror» y él me responde: «Listo, te lo tengo». Empezamos a jugar con los ángulos, cómo crear momentos y transformar ideas en producciones llenas de creatividad. Es cierto que mis stand-ups son escritos, producidos y dirigidos por mí, pero me encanta la creatividad colectiva.

 

¿Cuál es tu director fetiche?

Me encanta el trabajo de Judd Apatow (“Knocked up”, “Love”…) Él trabaja mucho con los comediantes y entiende la magia de la improvisación. Su estética tan particular es a propósito y hace que todas las escenas sean aún más cómicas. Sigo también a Iñárritu, especialmente por lo que hizo con “Birdman”. Esa fue una comedia «super high produced», pero que logró empujar un tipo de humor distinto dentro de los Oscars, mucho más negro. Son dos estéticas que me fascinan.

 

III. COMEDY ENTRY. NO VISA REQUIRED

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¿Qué significa para ti ser latino en Estados Unidos?

Creo que es un momento clave. Somos una fuerza que no puede ser ignorada, consumimos una gran cuota dentro de la industria del entretenimiento. Aunque un grupo insista en decir que no, somos parte de Estados Unidos.

No somos una minoría que pueden pasar por alto o ignorar, así que la misma industria está hambrienta de poder crear contenido con el que nuestra comunidad se sienta identificada. Creo que el reto está en crear comedia real, cosas que no se sientan forzadas.

Por otro lado, lo que ha sacado Donald Trump ha sido una xenofobia terrible. A mí me recuerda la división que vivimos en Venezuela. Sé que Estados Unidos tiene mucho más control en sus instituciones, pero, si él llega a la Casa Blanca sería catastrófico para la imagen del país en el mundo.

Aquí he podido encontrar mi identidad latina, saber realmente quién soy, he encontrado el apoyo para seguir generando contenido para mi gente, así que me da miedo tener a alguien que me represente en el mundo y que no comparta la tolerancia, la aceptación y la inclusión que yo sí he sentido en Estados Unidos. Por algo esta tierra sigue atrayendo a tantos inmigrantes, tanto talento.

Yo pensaba que Estados Unidos tenía una vacuna contra este tipo de populismo odioso, pero aparentemente pasa en todos lados. Mis amigos americanos dicen que no lo pueden creer y yo no puedo dejar de pensar, con cierto horror: «ya lo he visto antes». Él usa las mismas tácticas destructivas de Hugo Chávez: siempre hay un enemigo externo y siempre hay mentiras.

 

¿Los latinos somos más parecidos de lo que nos han hecho creer?

Somos muy parecidos. Especialmente cuando nos sacan de nuestro ambiente. A primera vista un venezolano y un chileno podrían no tener nada en común, pero en Nueva York nos encontramos con que hablamos español, no entendemos algunas vainas, hablamos paja de la política todo el día… Al final sí tenemos muchísimo en común al salir de la «comfort zone».

Hay una hermandad que me encanta, una sensación, pero yo no me limito. Sé que el lugar que llamo «casa» es un lugar lleno de mis amigos latinos, de mi novio colombiano, mis tíos… sin embargo, tengo esta necesidad por conocer gente de todas partes, de encontrar esas diferencias y similitudes que me hacen escribir nuevas historias y seguir haciendo la comedia que pueda hablar sobre los problemas, a veces de entendimiento, que hay en el mundo.

 

Debilidad por cuál sabor…

Por el del plátano. Siempre tengo plátanos maduros congelados. Mi comida favorita es el pabellón. Necesito comer plátano siempre. Hace poco encontré un dressing de ensalada con sabor a plátano, y por más weird que suene, a veces me lo como solo, porque necesito ese sabor en mi vida.