Quien lo conoce lo supo siempre, él iba a ganar. Algo iba a ganar. Tanto tiempo, pasión y trabajo dedicados a su primer largometraje solo podían indicar una cosa: era en serio. Lorenzo Vigas solo se podía permitir una gran película. Honesta, dura y controversial. “Desde Allá”, es el primer film latinoamericano ganador del León de Oro del Festival de Cine de Venecia. En esta entrevista nos cuenta las claves de su película y, entre tanto viaje, todo el mundo se pregunta ¿cuál ha sido el destino del León de Oro?
Desde hace días no ha parado. En menos de una semana viajó de Venecia a Toronto y de allí retornará a Europa, a San Sebastián. Ahora mismo está instalado en una habitación de hotel en la ciudad canadiense. Por el visor de Skype, no importa cuán pixelada esté la imagen, es fácil percibir que Lorenzo está contento. Tiene una sonrisa que no puede disimular. O en todo caso para qué. A su lado en el carry on reposa el León de Oro, que además de alegrías le ha traído, también, alguna preocupación: “Cuando salí de Venecia estaba asustado. Pensé: ‘Coño, esta vaina es de oro. Yo he debido firmar algo o declarar que voy a pasar por rayos X’. Estaba medio asustado cuando me tocó pasar por los controles, entonces los italianos, ven la vaina, me ven y todos me empiezan a aplaudir, fue muy divertido”.
“Desde Allá” narra la historia de un técnico dental que busca jóvenes en las paradas de autobús y los lleva a su casa. Esa rutina cambiará con la presencia de Elder, el líder de una banda de delincuentes. El film, todo un tratado sobre la paternidad, está contado con toda la dureza posible. Pero ahora Lorenzo está contento, se le nota, está parlanchín. El hijo del conocido pintor venezolano Oswaldo Vigas y una francesa extraordinaria llamada Jannine -que caminó de su mano por alfombra roja junto con su esposa- tiene motivos para estarlo. Espera su primer hijo, se prepara para la proyección de su película en el mundo entero, aguarda el estreno del documental que hizo sobre su papá y comparte con sus mejores amigos los premios cinematográficos de la industria cinematográfica. Lorenzo está feliz. Mientras logramos entrevistarlo en persona, en esta conversación nos da pistas para entenderlo.
La génesis de todo
“De niño mi hobbie era filmar películas caseras. Pero a los 21años hice un documental sobre mi papá, que tuvo una exposición en París, en el Museo de la Moneda, en el año 93 o 94. Me llevé una cámara y filmé todo el montaje de la exposición de París. Al regresar a Venezuela, ese documental lo pasaron en la televisión, entonces yo me di cuenta que era posible hacerme una vida con eso. Luego en Boston, estudiando biología molecular, recuerdo que un día me levanté y dije: ‘no puedo más’, tenía una necesidad muy grande de contar cosas, de expresión. Me faltaban dos meses para terminar la maestría y dije: ‘voy a terminar este semestre y me voy a estudiar cosas prácticas’. Me fui a Nueva York, y desde ese momento dije ‘quiero hacer películas’.
Sobre la honestidad, el trabajo y el diálogo
“Creo que es responsabilidad de los artistas generar un diálogo y crear reacciones. Y no porque sea una obligación. Si una obra es honesta va a causar reacciones en el espectador. Mi historia se ubica en la Caracas actual, con sus realidades actuales y con temas controversiales; entonces, claro, eso va a causar reacciones en el espectador. En un momento como este, en el que está absolutamente parado el diálogo, mientras más honesta sea la obra más va a causar reacciones. Puede que esas reacciones sean malas, pero quizás algunas van a conseguir puntos en común. Entonces a partir de ahí se pueden crear hilos que establezcan un diálogo. Creo que lo que está pasando en Venezuela la única forma de solucionarlo es trabajando, cada quien en lo que sabe hacer. El problema es que mucha gente no está trabajando, están esperando que todo llegue fácil y le llegue a su casa. Yo trabajé muy duro para hacer esta película y de pronto cae este premio abrumador, pero es producto de trabajo y la solución es trabajar en lo que uno sepa hacer. Solo sé hacer películas. Mi sangre y mi corazón están repartidos en la película. Puse todo y dejé todo ahí. No me quedó nada por dar, por dejar”.
El guión
“Tarde muchos años con el guión. Guillermo Arriaga, quien es absolutamente riguroso, me exigió que fuera al máximo de mis posibilidades, de hecho fue un momento de mucho sufrimiento para mí atravesar por ahí, porque es una historia muy dura, toca temas muy fuertes, y escribir es un proceso de soledad. Yo no estaba acostumbrado a la soledad. Soy hijo único, pero soy una persona muy social, tengo muchas amistades. En Venecia teníamos una comitiva de muchas personas que viajaron para estar conmigo. La escritura te obliga a estar solo y además está la historia, que me la tuve que meter, me la tuve que tragar y escupirla, es una historia muy fuerte que toca el tema de la homosexualidad. El guión es mío enteramente, Guillermo no escribió, pero me acompañó en ese período, exigiéndome lo máximo y se lo agradezco mucho, aprendí mucho en esos años.
Alfredo Castro: Armando, el protagonista
“Es uno de los mejores actores de Latinoamérica, por la complejidad que imprime a sus personajes. Armando (el personaje) es muy, muy, muy complejo. Alfredo tiene esa capacidad a través de la mirada, demuestra las emociones a través de los ojos. Le mandé el guión y fue inmediato, apenas lo recibió me llamó para decirme: ‘Estoy en esa película, no me importa ir a Caracas, no me importa lo que me puedas pagar, yo tengo que hacer esta película’. Se enamoró del proyecto”.
Luis Alejandro Silva: Elder, el debutante
El reto más grande era conseguir a un chamo que pudiera pasar por todas las cosas que pasa Elder en la historia, que son cosas muy fuertes. Tuve mucha suerte porque vi una foto de Luis Silva en la oficina de Mireya Guanipa. Él había hecho un cortometraje, algo pequeño, era muy chamo. En la foto tenía 14 o 15 años, pero en cuanto la vi me gustó, porque tiene una combinación de sufrimiento y rabia en la mirada. Dije: ‘lo quiero conocer’ y Mireya me cuadró una cita. Nos conocimos y empecé a invitarlo a comer, a ir pa’l cine, y ahí fue cuando me dije: ‘¡Qué suerte tengo!, este es el chamo’. Nunca le hice una prueba de actuación, era él, me enamoré de él. Luis es un chamo brillante, inteligentísimo, es absolutamente espontáneo, todo sale a través de él. Además, dulce, de buen corazón, pero con un lado también muy violento. Durante un año estuve haciéndome su amigo sin decirle de qué se trataba la película. Un día me senté y le dije: ‘mira, la película se trata de esto y vas a tener que hacer esto’, y me dijo: ‘esto es trabajo y yo lo voy a hacer’. No dudó en ningún momento. Durante mucho tiempo nos reuníamos en mi casa y vimos ‘Pulp Fiction’, ‘The Shining’, ‘La Naranja Mecánica’. Es definitivamente un actor natural, como por ejemplo lo es Jennifer Lawrence, yo estuve en su audición para “The Burning Play” y me sorprendí y me dije que iba ser una superestrella, lo mismo pasa con Luis: le pones una cámara al frente y es magia lo que ocurre.
Caracas, el tercer personaje
“Hay un momento en la película en el que suenan Los adolescentes, momento muy importante de unos quinceañeros en un barrio. Eso solamente suena en Venezuela y lo vas a sentir cuando veas la película. Las calles de Caracas no las controlamos. Tú sientes a Caracas. Yo quería filmar mucho en La Candelaria, Armando es un tipo con dinero, pero que prefirió quedarse en una zona baja como es La Candelaria, que alguna vez fue una zona media alta y todo eso se siente muchísimo en la película. Caracas es un personaje, a pesar de que la cinematografía quizás no tiene que ver mucho con otras películas venezolanas, el lugar está presente.
La escena
Creo que 27 fue el récord de la escena más filmada y fue una de las escenas más duras emocionalmente para los actores. Las cosas sencillas no las repetíamos mucho. Pero las escenas desde el punto de vista emocional, más demandantes, algunas sí se hicieron muchas veces. Soy absolutamente obsesivo y controlador. Es muy divertido porque estaba después de la premiación en una cena con el jurado y mi gran maestro, el director turco Nuri Bilge Ceylan, le agradecí y fue uno de los que más apoyó la película para que yo ganara el León de Oro, me lo dijo, quería que yo lo supiera, además, tenía como una energía tan suave, tan relajado y me decía que estaba muy bien que yo fuera así: ‘no dejes de ser así’.
“Con una pequeña ayuda de mis amigos”
“Como realizadores he tenido otros compañeros: Michel Franco y Gabriel Ripstein. Nos conocimos hace años, cuando llegué a México, todos queríamos ser cineastas, no habíamos filmado. Nos pusimos a soñar que podíamos hacer cine, que podíamos convertirnos algún día en buenos realizadores, y es muy divertido que este año Gabriel ganó Berlín, Michel ganó en Cannes y yo gané Venecia, es la primera vez que algo así ocurre, que los tres compadres que estuvimos juntos ganamos. Antes de filmar nos fuimos en un viaje de rumba y ahí dijimos: ‘vamos a ver qué pasa’, y es impresionante, que los tres hayamos ganado los festivales más importantes del mundo. Hemos recorrido caminos similares, es muy importante hacer equipo cuando se hace cine. En San Sebastián vamos a competir entre nosotros, en “Horizontes Latinos”, que reúne películas que ganaron premios en otros festivales. Cuando yo me fui a Venezuela a filmar, no quise que ninguno estuviese cerca de mí, (aunque) les consulté mucho. Sobre todo a Michel. Me dio su opinión sobre el casting, sobre quién podría ser buen director de fotografía, pero a la hora de filmar no dejé que ninguno estuviera cerca, porque es un momento para estar solo con tu equipo”.
Jannine y cuando “nadie nos paraba bolas”
“Mi mamá estaba viviendo como un sueño. Ella me dijo: ‘Tú te das cuenta que vas a ser por un tiempo más famoso que tu papá’, porque para ella eso era imposible, porque obviamente hoy en día, con la cosa de la comunicación y esto fue una noticia que se vio en todo el mundo, eso le llamó la atención para bien. Y bueno, estaba feliz, bailó la noche de la premiación como loca. Fue un momento muy loco, de hecho los primeros días del festival nadie nos paraba bolas, como si fuéramos brutos. Hay actores tan famosos y tú te das cuenta, ¿no? Como la gente los busca y justo después de la proyección a la prensa todo cambió, el mundo nos buscaba, salieron los reviews de Variety y Hollywood Reporter, que son increíbles. Es muy difícil tener esos reviews. Entonces ahí yo dije: ‘de repente que hay un premio cualquiera’, o sea ojalá. Empezamos a soñar en ese momento, cuando vimos la reacción de la gente del festival, de todo el mundo. Empezaron a pedirnos entrevistas, pero era difícil imaginarse que nos fueran a dar el León de Oro.
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