Ubicada en el Upper East Side de New York, la Rotisserie Georgette, con una cocina basada en la simpleza de la técnica y la calidad de los ingredientes, un gran chef a cargo de los fogones y la elegancia sin esfuerzo de su propietaria y hada encantadora de este divino espacio Georgette Farkas, se ha convertido en poco tiempo tanto para locales como para visitantes una parada obligada en la Gran Manzana.
Conozco a Georgette Farkas desde hace muchos años, cuando llevaba las relaciones públicas de Daniel Boulud, y siempre me maravilló su profesionalismo y encanto a la hora de cumplir su trabajo. Luego del e-mail de despedida que envió al dejar su puesto de 17 años, no supe más de ella, solo que comenzaba una nueva aventura en solitario. El año pasado me entero que abrió un nuevo restaurante en Nueva York, pero no había tenido la oportunidad de visitarla
Ya con un viaje a la “ciudad que nunca duerme” en puertas, aparto un día para almorzar en Rôtisserie Georgette con una gran expectativa por conocer lo que esta estupenda mujer había creado. Justo la noche antes de viajar, estoy conversando con un amigo foodie y le pregunto su opinión sobre el nuevo restaurante de Georgette, a lo que me responde con desencanto: “es una rotisería”. Conociendo a ambos personajes, a Georgette y a mi amigo foodie, la intriga por conocer el restaurant aumentó en proporciones gigantescas.
Martes al mediodía era nuestra reservación y puntualmente llegamos a las puertas de Rôtisserie Georgette. Efectivamente es una rotisería, pero ¡qué rotisería!
Está localizada a pasos de la Quinta Avenida y el Central Park, en el comienzo del Upper East Side, en la intersección de la zona residencial con la comercial, es decir inmejorable localización. Al entrar ya se siente la elegancia sin esfuerzos de su creadora, nada de ostentaciones, pero con mucha clase. Aquí no hay efectos especiales de decoración ni decorador estrella, todo está realizado al gusto de su creadora. Un look rústico con detalles sofisticados, tonos oscuros y luces tenues para dar calidez al espacio. El punto focal es la rôtisserie, que se visualiza desde la sala y está enmarcada por clásicas cerámicas azules y blancas y es la razón de ser de este local.
El público incluye ejecutivos de la zona, ladies who lunch del Upper East Side, obviamente franceses y uno que otro turista. Nos acompañan a nuestra mesa y nos sentamos al final de la sala muy cerca de la rôtisserie, para tener un buen ángulo de visión de todo el local. Al revisar el menú certificamos que obviamente el pollo rostizado es el plato de la casa, pero existen otras carnes y pescados rostizados, así como verduras y vegetales de la estación. Un menú simple y tradicional, como lo definió un crítico del New York Times, con una “refrescante falta de originalidad”, usando la frase como un cumplido. En una época en que la comida gira en torno a inventos, fusiones, espumas e innovaciones, una propuesta clásica es muy apreciada.
Justo después de ordenar nuestra comida, llega Georgette a nuestra mesa, elegante como siempre. La invitamos a acompañarnos y acepta sentarse solo un rato porque tiene que estar atenta a todo lo que ocurre en su restaurante. Le preguntamos cuál fue el concepto detrás de esta aventura, a lo que respondió: “Luego de trabajar en los mejores y más complejos restaurantes que existen, la idea de hacer algo aparentemente muy simple me atraía. Yo nací en Nueva York, pero mi familia tenía una casa en Francia en donde pasábamos los veranos. Recuerdo claramente un restaurante que visitábamos en el sur de Francia y que no tenía menú. Los 365 días del año solo ofrecían tres cosas: pierna de cordero, filete de res con hueso y pollo rostizado, todo cocinado al fuego. Tú no escogías nada más que uno de los tres. Te traían el paté del día, seguido de los vegetales de la estación que habían cocinado ese día. Para el postre, una tarta de frutas frescas con un envase lleno de crème fraîche y una cuchara para colocarla encima. No se hacían muchas preguntas. Y me sentí muy inspirada por este tipo de lugares, que por un lado son simples y al mismo tiempo realmente lujosos”.
En la cocina, o mejor dicho en la rostisería se encuentra Chad Brauze, quien fuera Sous Chef de Daniel Boulud. Pero no fue un “robo”, el mismo Daniel fue quien lo recomendó a Georgette. “Yo no he hecho nada en los últimos 20 años sin consultar con Daniel, y obviamente este restaurante no es su problema. Pero él ha sido mi mentor y me ha apoyado de una manera muy generosa”.
Llega nuestra comida y Georgette se retira, pero promete acompañarnos para el postre. En esta ocasión degustamos el paté de la maison, la burrata con tomates heirloom y las zanahorias rostizadas. Obviamente el pollo rostizado, la ensalada emblema de la casa Salade G y no pude resistir la tentación de las moules et frites.
Con una cocina basada en la simpleza de la técnica y la calidad de los ingredientes, un gran chef a cargo y Georgette al frente, nada podía salir mal.
A la hora del postre regresa nuestra anfitriona y juntos nos deleitamos con la tarte tatin y el trío de chocolate. Café como siempre para terminar y la grata sorpresa de las madeleines recién horneadas con salsa de chocolate caliente. Un final de película.
Es verdad que es simplemente una rotisería, pero con un cuidado en los detalles, una calidad de ingredientes y un amor por hacer las cosas bien, por lo que le auguramos muchos éxitos a nuestra querida Georgette.
Rôtisserie Georgette
14 East 60th Street, New York
Telf +1(212)390 8060
Deja un Comentario