Si estás planeando visitar la capital de Alemania próximamente, te recomendamos que te alojes en el maravilloso Hotel Orania Berlin, localizado en el distrito o barrio mas creativo y artístico de la ciudad: Kreuzberg.
Tanto si eres de los que visitas frecuentemente la ciudad, ó de los que aún no han tenido la oportunidad de conocer Berlín, este dato te va a ser de mucha utilidad.

Nosotros en Complot magazine, somos amantes y admiradores de este país y de esta cosmopolita ciudad, desde la primera vez que tuvimos el placer de visitarlos hace más de quince años. A partir de entonces regresamos cada vez que podemos para reencontrarnos con su interesante mezcla de culturas, su arquitectura, y por su puesto con su gente. En esta oportunidad nuestra visita vino de la mano de la amable invitación que nos extendiera la Oficina de Turismo de Alemania. Algo francamente imposible de rechazar.

“Berlín es una ciudad que nunca es, pero siempre está en proceso de convertirse” así la definió en 1910 el critico de arte y escritor alemán Karl Scheffler, y es realmente una muy buena manera de enfocar una visita a esta ciudad, que basa su encanto en su capacidad de transformación.
En las ocasiones anteriores habíamos conocido, y nos habíamos alojado en la parte occidental de la ciudad. Y con esto me refiero al oeste de la misma, por lo que tenemos que detenernos a pensar que Berlín, antes de la caída del Muro, fue una ciudad dividida (como lo fue toda la nación teutona). División que respondía al acuerdo al que se llegó con la firma del Tratado de Postdam en el año 1945, dividiendo el control del país, y de Berlín, en cuatro zonas de ocupación: el oeste por los Estados Unidos de América, Francia y el Reino Unido, y el este por la Unión Soviética. Durante todo ese tiempo la vida de los habitantes de Berlín estuvo marcada por una fuerte división política, social, cultural, militar y económica, cuyo símbolo mas trágico y notorio fue el infame Muro de Berlín, que dividía a la RDA (República Democrática Alemana) controlada férreamente por el comunismo soviético, y a la RFA (República Federal de Alemania), que unía las zonas bajo el control norteamericano, británico y francés bajo un sistema capitalista de pujante crecimiento.

Naturalmente durante todos esos años de separación forzosa y guerra fría, el espíritu y ánimo de los habitantes de la ciudad quedó claramente demarcado dependiendo de qué lado del muro residían. Esa notable y desafortunada división este-oeste, capitalismo-socialismo, libertad-opresión, también tuvo una clara respuesta urbana. Ciertas zonas de la Berlín occidental se caracterizaron por ser mas seguras, tranquilas, protegidas y por lo tanto las propiedades residenciales y comerciales fueron mas cotizadas. Mientras que otras, las mas cercanas al muro, seguramente no gozaron de los mismos beneficios, sino que vivieron dentro de un clima mas incierto, arriesgado, y si se quiere hasta peligroso. Durante esos tiempos tristes y grises de vida en división, una de estas zonas, localizada actualmente en pleno centro de la ciudad, era Kreuzberg. Para los habitantes de Berlín este era el borde de la ciudad y Kreuzberg se convirtió en la última frontera.

Un próspero barrio industrial que sufrió uno de sus días mas dramáticos y trágicos el 4 de febrero de 1945 con la destrucción masiva durante los bombardeos a Berlín, de la casi totalidad de sus edificios. A partir de entonces, y a pesar que luego de la creación del muro quedó del lado oeste, se convirtió poco a poco en una zona casi abandonada a su propia suerte . La combinación de rentas baratas, justificadas por su cercanía al muro y el estado precario de los edificios y calles del barrio, alejó a la clase media pudiente, y la convirtió en atractivo polo para los inmigrantes, en su mayoría turcos. Luego le seguirían con el paso del tiempo artistas, músicos, y una pléyade de jóvenes alternativos en búsqueda de una vida mas emocionante.

Al caer el muro, la tendencia se continuó acentuando, con la diferencia de que poco a poco se fueron restaurando los edificios a su antiguo esplendor, se fueron multiplicando las galerías, museos, parques, bares, clubes y restaurantes con una extensa y rica variedad oferta culinaria. Nuevas y modernas edificaciones se levantan al lado de antiguos espacios antes olvidados y hoy retomados para nuevos usos. Escuelas de arte, gimnasios, tiendas y estudios de diseño, arquitectura, salas de conciertos, fotografía, discos, y nuevas actividades urbanas se van gestando y multiplicando a medida que mas gente va re-descubriendo esta vibrante zona de la ciudad.

Y es precisamente allí en Oranienplatz, en pleno centro del corazón de Berlín, donde se levanta el majestuoso edificio del Hotel Orania Berlín. Construido en el año 1912, como un soberbio edificio de oficinas, mientras que en su planta baja funcionaba el famoso Oranienpalast Kabarett Cafe, operativo hasta el 1924. Durante la guerra el edificio cambió de dueños varias veces y afortunadamente quedó intacto después de los intensos bombardeos. En 2008, Dietrich Von Boetticher adquirió el edificio y contrató a los arquitectos Hilmer Sattler y al diseñador de interiores Dietmar Mueller-Helmau para convertirlo en un hotel de 41 fantásticas habitaciones. Elegante, sofisticado, con ese aire inconfundible de Grand Hotel, pero a la vez con esa inequívoca sensación acogedora de calidez, el Orania Berlin tiene todas las cualidades que uno desea en un alojamiento: materiales nobles, autenticidad y calidad, un servicio honesto, amable, impecable. Y si a esto le sumamos una localización inmejorable, entonces nos encontramos con una verdadera joya.

En la planta baja se encuentra un muy bien distribuido y aprovechado espacio en el cual funcionan la recepción, el bar, el restaurant, la biblioteca, y la sala de conciertos. Colores cálidos, madera y texturas sus espacios invitan a descansar y celebrar. Los espacios fluyen sin interrupción entre el lounge/sala de concierto al bar restaurante. La cocina del restaurante está abierta a la sala de comedor, lo que permite disfrutar de la preparación de la comida como un espectáculo. Como se ve que pensaron en todo al diseñarla, la cocina es de inducción por lo que no calienta el ambiente.

En los 3 pisos superiores se ofrece siete diferentes tipos de habitaciones y suites, que van desde 17 hasta 86 metros cuadrados, todas ambientadas en colores cálidos, maderas y texturas, con un leve toque oriental. Cómodas, muy privadas, en las cuales el lujo encuentra su propio espacio en cada uno de los detalles. Si puedes te recomiendo alojarte en la misma que tuvimos el placer de disfrutar por tres deliciosas noches: la Orania.86, la suite mas espaciosa que ocupa la esquina del edifico y te ofrece una vista espectacular.

En el piso mas alto del hotel, se encuentra el Orania Loft, un espacio exclusivamente reservado para los huéspedes para relajarse, encontrarse, beber o comer algo mas íntimamente. Un espacio susceptible de rentar para fiestas particulares, cenas o cualquier ocasión.

Desde el Orania Berlín, puedes salir a explorar a tu gusto no solamente los alrededores de Kreuzberg, sino la ciudad entera. Es muy fácil llegar caminando al Museo Judío, a la Berlinische Galerie, a la Galería Koenig e incluso a la Puerta de Brandenburgo o a Postdamer Platz. O si lo deseas puedes caminar al famoso Checkpoint Charlie, o contemplar lo que queda aún levantado del muro en el East Side Park al otro lado del rio.
Pero quizás uno de los mejores planes es tomar un tour guiado (en el hotel te lo organizan) utilizando las bicicletas de las que dispone el Orania Berlin y dar un paseo por todo Kreuzberg. Nuestro guía Sasha nos llevó por un paseo sumamente interesante y gracias al conocimiento que posee como residente local, nos pudo compartir y mostrar las cosas desde otra perspectiva. Esta es la forma ideal de conocer cualquier lugar, especialmente un vecindario tan variado como Kreuzberg. En el mismo barrio te encuentras cosas tan diferentes como la Bergmannstrasse, una encantadora calle llena de cafés, restaurantes y boutiques muy cerca de Schöneberg; el Volkspark Friedrichshain, uno de los mas famosos parques berlineses y los innumerables cafés y restaurantes étnicos de Orianenstrasse.

Pero por supuesto no te olvides guardar tiempo para disfrutar igualmente del Orania Berlín. Su agradable lounge, sus conciertos musicales de artistas residentes en la ciudad, y naturalmente de su magnífico restaurante. No te puedes perder la creativa propuesta gastronómica del Chef Philipp Vogel, en especial su Xberg Duck, su celebrada versión del pato pekinés. Es de antología! Y por supuesto toma una buena siesta en su deliciosa cama, desde la cual con suerte podrás admirar el parque y disfrutar de una hermosa vista de la ciudad.
Hotel Orania.Berlín: Oranienstrasse 40, 10999 Berlin-Kreuzberg, Alemania

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