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Los vinos despeinados de Ana María Cumsille en Viña Carmen

3 mayo, 2025
Por: Pedro Maal / fotografías cortesía Viña Carmen

En Viña Carmen —la bodega más antigua de Chile, reconocida por sus vinos de alta gama— la enóloga Ana María Cumsille lidera una revolución silenciosa con DO, una línea de vinos artesanales, auténticos y sin miedo a despeinarse.

En un almuerzo íntimo en Miami Beach conocimos personalmente a Ana María. Aunque había viajado para presentar algunos de los vinos más prestigiosos de la bodega —como el Carmen Gold y las etiquetas Delanz—, fue en la conversación más espontánea donde emergió lo más interesante: un proyecto paralelo, artesanal, incluso irreverente. “Estos son vinos despeinados”, nos dijo con una sonrisa. Y en esa frase —libre, provocadora, honesta— se resume toda una visión.

Ana María es una mujer con talento comprobado, como lo demuestran los vinos que crea y los reconocimientos que ha cosechado —incluido el título de “Enóloga Revelación del Año” según la guía Descorchados—, pero lo que más impresiona al conocerla en persona es su calidez, su conversación amena y su forma clara de pensar el vino como un lenguaje cultural. Con una trayectoria que incluye casas como Château Margaux en Francia y Franciscan en California, ha vuelto siempre a Chile con un propósito claro: rescatar tradiciones, cepas olvidadas y métodos ancestrales para darles un lugar contemporáneo, con identidad propia.

Ese espíritu se materializa en DO, una línea que convive dentro de Viña Carmen con sus etiquetas de alta gama, pero que vibra con otra frecuencia. Son vinos con narrativa, que nacen de la tierra y del trabajo silencioso de pequeños productores, donde la intervención en bodega es mínima y el mensaje es máximo. En una industria donde muchos vinos se maquillan para gustar a todos, los de Ana María se despeinan para ser fieles a sí mismos.

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Florillón #6 – Carmen DO

Elaborado a partir de Semillón plantado en 1958 por la familia Quijada en el Valle de Apalta, Florillón #6 es un blanco de edición limitada que se aleja radicalmente de lo convencional. Las vides, cultivadas sin riego en suelos graníticos con profundas capas de arcilla, entregan una fruta de alta concentración y elegancia, que se transforma en bodega mediante una fermentación y crianza bajo velo de flor —una técnica rara en Chile— que aporta profundidad y un carácter oxidativo sutil.

En copa, es de un dorado profundo y brillante. En nariz muestra notas de duraznos maduros, chirimoya, cítricos y frutos secos. En boca es fresco y estructurado, con una acidez vibrante y una textura cremosa que permanece largamente. Es un vino con alma, capaz de envejecer con elegancia, que ha sido reconocido por el crítico James Suckling con 96 puntos y el puesto 17 en su ranking de los 100 Mejores Vinos de Chile 2024. Lo definió como “uno de los blancos más raros y audaces del ranking… uno de mis favoritos”.

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Matorral Chileno – Carmen DO

Matorral Chileno es un vino tinto que nace en la zona de Melozal, en el Maule, a partir de un viñedo cultivado en secano por productores locales. Las plantas de País, de más de 100 años, fueron injertadas hace una década con Garnacha, mientras que el Carignan llegó a la zona alrededor de 1930, reemplazando progresivamente a las variedades más antiguas. La uva País —la más antigua del continente americano— fue traída por los españoles en el siglo XVI y también se conoce como Criolla en Argentina o Misión en Estados Unidos. Son viñedos que respiran historia, manejados por familias que han cuidado estas tierras generación tras generación.

El ensamblaje final —60% Garnacha, 30% Carignan y 10% País— se fermenta con mínima intervención: parte con racimo entero, parte en concreto, y se cría en barricas usadas para preservar su frescura natural. El resultado es un vino de color violeta intenso, con aromas florales, frutas rojas como frambuesa y grosella, y un toque herbal. En boca es delicado, jugoso, con taninos suaves y un final vibrante. Un homenaje a la tradición vitivinícola campesina, reinterpretado con mirada contemporánea.

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Delanz Apalta 2022

Esta mezcla tinta nace de las laderas del Valle de Apalta, uno de los terroirs más prestigiosos del vino chileno. El corazón del ensamblaje es Carmenère de viñas plantadas en 1935 sobre suelos graníticos con arcillas, combinado con pequeñas proporciones de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Syrah.

Delanz Apalta 2022 es un vino jugoso, con aromas especiados, frutos negros, pimiento rojo y notas de tierra húmeda. En boca muestra frescura y estructura, con taninos envolventes y un final largo que deja una huella terrosa y elegante. Es una expresión refinada y moderna de una cepa históricamente chilena, interpretada con sensibilidad contemporánea por Ana María Cumsille.

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Delanz Alto Jahuel 2022

Proveniente del viñedo de Alto Jahuel, en el corazón del Maipo, esta mezcla encabezada por Cabernet Sauvignon (86%) incluye también Petit Verdot, Malbec y Cabernet Franc. Se cultiva en suelos de origen aluvial, ricos en piedras volcánicas y con una diversidad de orientaciones y altitudes.

En copa, Delanz Alto Jahuel 2022 deslumbra por su color rubí intenso. La nariz es fragante, con cereza roja, violetas, pétalos de rosa y un toque de menta fresca. En boca es ágil, de taninos finos y textura sedosa, con un núcleo de fruta roja vibrante. Un vino elegante, con energía, que refleja fielmente su origen andino y promete una larga evolución en botella.

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Carmen Gold 2021

Gold es la máxima expresión del Cabernet Sauvignon en Viña Carmen. Proveniente de los viñedos más antiguos de la bodega en Alto Jahuel, a los pies de la cordillera de los Andes, este vino se elabora a partir de una selección rigurosa de parcelas plantadas en suelos aluviales ricos en gravas y minerales.

La cosecha 2021, marcada por una maduración lenta y equilibrada, entregó un vino de gran complejidad. El 90% Cabernet Sauvignon se complementa con 10% Cabernet Franc, lo que le añade elegancia y profundidad. En nariz muestra fruta roja madura, grafito, hierbas secas y un leve recuerdo a especias. En boca es potente, con taninos firmes y una acidez bien integrada. Su crianza de 24 meses en barricas francesas (23% nuevas) le otorga estructura y largo recorrido. Es un vino serio, de guarda, pensado para evolucionar en el tiempo.

En una industria que muchas veces se aferra a la repetición de fórmulas exitosas, la apuesta de Viña Carmen —y de Ana María Cumsille en particular— se siente como una bocanada de aire fresco. No es solo la viña más antigua de Chile; es también una de las más vivas. Mientras sus etiquetas de alta gama siguen conquistando mercados con elegancia y consistencia, los vinos «despeinados» abren caminos menos transitados, donde la autenticidad importa más que la perfección y la historia se embotella sin filtros. Ese equilibrio entre excelencia y riesgo, entre herencia y libertad creativa, es tal vez lo que define mejor el momento actual de Viña Carmen. Y también, claro, a la mujer que hoy la representa.