El verano en Miami no necesita excusas para desplegar su teatralidad, como gran ejemplo de ello, asisitimos el pasado miércoles 7 de mayo, como invitados excepcionales a la Summer Soiree de La Grande Boucherie, que encontró una excusa que lo justificaba con estilo: recrear, a su manera, la legendaria fiesta de 1911 de Paul Poiret, La Mille et Deuxième Nuit. Con esa referencia como punto de partida—y el hedonismo como destino—nació L’Oasis, una velada tan exuberante como libre de anacronismos.
Al cruzar el umbral del restaurante en South of Fifth, los invitados nos adentramos en su hermoso jardín de sueños, más onírico que literal: faroles cálidos flotantes en el aire, telas vaporosas suspendidas como parte del decorado de un cuento orientalista, y cojines en tonos de preciosas piedras y joyas, invitaron a abandonar toda rigidez. No era necesario conocer la historia de Poiret para entender que aquí la consigna era soltarse y adentrarse en un mundo de fantasías orientales.
El vestuario siguió el guión: lentejuelas, sedas, transparencias, bordados dorados. Algunos lo trajeron de casa, otros improvisaron con piezas y estilistas que La Grande Boucherie puso a disposición. Porque si algo quedó claro, es que esta fue una fiesta para mirar y dejarse mirar. Los invitados disfrutamos de una experiencia única, cargada de glamour y buen gusto.
En medio del vaivén de cuerpos y texturas, danzarinas se movieron con languidez entre la gente mientras sonaban ritmos envolventes, más atmosféricos que bailables. La música no mandaba, susurraba. Y como en todo buen delirio, no faltaron los exquisitos caprichos gourmet: conos de caviar, sliders de wagyu y trufa, madeleines en miniatura y spritzes perfumados firmados por Lillet. A eso se sumaban una selección de vinos blancos, tintos y rosados, espumantes chispeantes y cócteles coloridos que nos animaron sin tregua, asegurando que nadie quedara ajeno al hechizo.
L’Oasis no fue una fiesta más: fue un manifiesto estético, un experimento de escapismo en plena ciudad, un guiño al exceso con pulso contemporáneo. Y según anunciaron los anfitriones, este será solo el primero de una serie de encuentros durante el verano. Si el resto mantiene este nivel de fantasía controlada, bienvenida sea la tradición.


















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